Siento extraña la tierra
que fue para mis muertos
el único lindero concebible.
Qué viento es este
que contra el rostro afila su cuchillo.
El campo, sus olores,
todo es ajeno a mí.
Sólo vengo a cambiar
la piel de mis problemas,
no a exponer los sentidos
al clima y su amenaza.
Si mi abuelo labrase aquí
delante, con mi edad,
curtido, sudoroso,
cómo reconocernos,
qué recelo feroz,
qué lejos me han traído
los años y los libros,
esta paz mentirosa.
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